domingo, 21 de abril de 2013

¡ES UNA TRAMPA!


      Proverbios 7
      23  Como el ave que se apresura a la red, Y no sabe que es contra su vida, Hasta que la saeta traspasa su corazón.

PARTE 1: LA GRAN RED

Cuando era un pequeñito al cuidado de mis padres, recuerdo que junto con mi documento de identidad ellos solían tener mi carnet de vacunación, una pequeña libreta donde estaban registradas todas las vacunas colocadas en mi cuerpo, pero de lo que nunca tuvieron registro fue de todas las inserciones intangibles colocadas en mi mente…

      Un pensamiento común que se inculca automáticamente en nosotros desde muy pequeños, es aquel que nos muestra que la vida del hombre parece consistir tan solo en; nacer, crecer, estudiar, ser empleado, endeudarse, pagar cuentas, sobrevivir y fallecer. Queramos o no, esta idea o pensamiento se introduce en nuestras mentes sin siquiera pedir permiso, y esto por la sencilla razón que es la realidad que nos rodea. Vivimos y crecemos en una sociedad de empleados, de personas que obligadamente tienen que ceder el control a otros para poder subsistir, pero lo grave de este asunto es que nos hemos acostumbrado a ello, lo hemos asimilado de tal forma que no nos permitimos dudar si esto debe ser así o no, o si está bien o mal. Nos han hecho creer que no hay alternativas para nosotros, que nacer y tener que trabajar al servicio de otros, es la parte que nos ha tocado en la vida y que ser empleados es lo natural, pero no acaba allí, hay otro problema, “no hay empleos” “no hay vacantes” “no hay trabajo” y la demanda por conseguir uno ha obligado a que los mismos (empleos) deban jerarquizarse y aumentar sus requerimientos, al punto tal que hoy, para ser un vendedor de zapatos en una tienda se debe tener un currículo con los estudios secundarios completo (no es broma). Hoy por hoy las personas se obligan a estudiar no por el anhelo de querer aprender alguna ciencia, sino porque es un requisito indispensable al momento de buscar un empleo, podría decirse que estudiamos para llenar un currículo que nos permita  conseguir un empleo “digno” y así tener una vida un poco menos sacrificada, en otras palabras, también podría decirse que asistir a las escuelas, colegios y universidades ya no pasa por la necesidad de adquirir alguna ciencia y/o conocimientos, sino porque el hecho de no hacerlo implica que estamos  destinados a una vida infeliz, de arduo trabajo, esfuerzo y sacrificio. Y lo más lamentable de todo esto es que tal pensamiento ha hallado fuerte cabida aun en la iglesia de Cristo.